miércoles, 13 de enero de 2016

TEXTO ARGUMENTATIVO RESUELTO



Cuenta un escritor brasileño amigo mío, Edweine Loureiro, que, en una cena en la que le preguntó a un anciano japonés cómo pudo transformarse Japón tras la Guerra Mundial en una potencia económica, este le respondió ofreciéndole un tazón de arroz con una sonrisa. Mi amigo pensó que su interlocutor había optado por ignorar la pregunta, pero este, consciente de la perplejidad de su compañero de mesa, le ofreció una explicación de su metáfora. “Al término de la guerra, no teníamos arroz para comer”, le aclaró. “Entendimos que solo trabajando juntos e intensamente seríamos capaces de vencer al hambre y a la miseria. Así que nos convertimos nosotros mismos en arroz cocido: cuanto más pegados unos granos a otros, más fuertes nos hacíamos.” El arroz japonés constituye la alegoría perfecta para ilustrar las diferencias entre la naturaleza de este pueblo y la nuestra: mientras nuestro concepto de arroz de calidad incluye como condición indispensable el que sus granos estén sueltos, el arroz japonés es pegajoso. Cada grano, redondo y lleno de almidón, se encuentra pegado a otro, de manera que comer con palillos no supone ninguna dificultad: los granos nunca se caen y el tazón queda invariablemente limpio al final. El señor de la historia le hizo entender a mi amigo que los japoneses, ante una catástrofe de proporciones inimaginables, hicieron lo que mejor saben hacer: poner el bien común por encima del individual. El progreso se derivó de ello por sí solo, y en la repartición de los beneficios también entraron todos. El arte de anteponer el bien común al propio, tan bien visto, aceptado y predicado universalmente, no es sin embargo practicado con frecuencia en muchos lugares del mundo. ¿Es, pues, inalcanzable para seres que no posean una cualidad humana especial? ¿Cómo se implementa en actos concretos? La lección que recibimos con cierto desconcierto los occidentales que vivimos en Japón es que la cuestión carece de misterio, ya que no requiere de ningún sacrificio heroico ni de ninguna capacidad sobrenatural. Hacer bien el trabajo de uno, sin cuestionar ni eludir sus aspectos más ingratos, cualquiera que sea el oficio y la consideración social que reciba, es la única clave para pertenecer a ese arroz cocido colectivo y beneficiarse al mismo tiempo como individuo. (Montserrat Sanz Yagüe, Presentación del libro Frente al Pacífico, 2011) 
Tipo de texto e identificación de la tesis: 
Nos hallamos ante un texto argumentativo, en el cual se pretende defender la idea de que en momentos de crisis hay que anteponer el bien común al propio. Esto es lo que trata de resumir la autora en lo que sería la tesis final en el último párrafo del texto:  "Hacer bien el trabajo de uno, sin cuestionar ni eludir sus aspectos más ingratos, cualquiera que sea el oficio y la consideración social que reciba, es la única clave para pertenecer a ese arroz cocido colectivo y beneficiarse al mismo tiempo como individuo".

Estructura: 

Se trata, pues, de una argumentación con estructura inductiva o sintetizante, dado que parte de diferentes argumentos generales para al final enunciar la tesis.

Por otro lado, del lado propio de la argumentación, habría que destacar el predominio del argumento por ejemplo, pues a la defensa de la tesis final se llega a partir del relato de cómo los japoneses superaron la crisis en que se encontraban tras la Segunda Guerra Mundial.

Al mismo tiempo, también podríamos hablar de argumento de experiencia, pues la autora llega a su conclusión a partir del relato que hace su amigo brasileño  de la entrevista personal que tuvo con un anciano japonés. Es decir, la opinión del japonés gana peso gracias a su edad y, por tanto, a su experiencia de la guerra. Además, en el texto predomina el uso de la primera persona, pues la defensa de las ideas surge a partir del relato de las experiencias vividas.



Por otro lado, Edweine Loureiro, el amigo brasileño, aparecería como una autoridad en la argumentación.



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